• Título: Once campanadas a medianoche
  • Autor: Hugo R Correa Luna
  • Cantidad de páginas: 340 páginas
  • Dimensiones: 14 cm x 20 cm

 

  • Reseña: Esta novela de Hugo R. Correa Luna se plantea con convicción a partir de una estructura en espiral. En cada curva del relato nace una intriga efímera como una voluta: surge robusta, pero de inmediato llega a un clímax y otra la reemplaza. La acción, frenética hasta el escándalo, nunca se detiene. Como en Kafka, avanza con afán, con cierta −módica− desesperación, hacia un centro tan próximo como inestable. El protagonista asiste a una fiesta; su objetivo es encontrarse con un amigo. Una pareja de desconocidos, Ernesto y Melina, lo abordan y le proponen una misión. Por caprichos de la coyuntura, él acepta: tendrá que convencer a la madre de Ernesto para que apruebe a Melina como novia de su hijo. Con esta excusa, el héroe inicia un periplo por una mansión laberíntica y un enrevesado barrio industrial, en ambos lugares se cruzará con una caterva de personajes alucinados. Correa Luna escribe Once campanadas a medianoche (o el ciclo de Krebs) con mano inteligente y celebratoria. Logra lo que nadie: la alquimia perfecta entre absurdo, erotismo, conflictividad social y humor. Organiza un mundo –coágulo político− en el que todo es visaje, incerteza, malentendido. Este artefacto voluble se presenta encabalgado en una precisión sintáctica que el lector, desde el primer párrafo, reconocerá como una forma concreta de la felicidad.

    Jorge Consiglio

Once campanadas a medianoche - Hugo R Correa Luna

$7.500
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  • Título: Once campanadas a medianoche
  • Autor: Hugo R Correa Luna
  • Cantidad de páginas: 340 páginas
  • Dimensiones: 14 cm x 20 cm

 

  • Reseña: Esta novela de Hugo R. Correa Luna se plantea con convicción a partir de una estructura en espiral. En cada curva del relato nace una intriga efímera como una voluta: surge robusta, pero de inmediato llega a un clímax y otra la reemplaza. La acción, frenética hasta el escándalo, nunca se detiene. Como en Kafka, avanza con afán, con cierta −módica− desesperación, hacia un centro tan próximo como inestable. El protagonista asiste a una fiesta; su objetivo es encontrarse con un amigo. Una pareja de desconocidos, Ernesto y Melina, lo abordan y le proponen una misión. Por caprichos de la coyuntura, él acepta: tendrá que convencer a la madre de Ernesto para que apruebe a Melina como novia de su hijo. Con esta excusa, el héroe inicia un periplo por una mansión laberíntica y un enrevesado barrio industrial, en ambos lugares se cruzará con una caterva de personajes alucinados. Correa Luna escribe Once campanadas a medianoche (o el ciclo de Krebs) con mano inteligente y celebratoria. Logra lo que nadie: la alquimia perfecta entre absurdo, erotismo, conflictividad social y humor. Organiza un mundo –coágulo político− en el que todo es visaje, incerteza, malentendido. Este artefacto voluble se presenta encabalgado en una precisión sintáctica que el lector, desde el primer párrafo, reconocerá como una forma concreta de la felicidad.

    Jorge Consiglio